Dedicado a ʿAbd al-Qādir al-Jīlānī y Bediüzzaman Said Nursi; un servicio de conocimiento más allá de los idiomas y las fronteras, preparado para los corazones en busca de la verdad.
Nuestro estimado hermano/hermana,
Obsesión,
literalmente
“sospecha”
se expresa como. En términos de terminología, es:
“la insinuación del diablo mediante una serie de sugerencias tácitas.”
Las dudas que el diablo siembra en el corazón.
El Diablo
Introduce en el corazón del hombre una serie de malos pensamientos para desviarlo, sembrarle dudas y alejarlo de la fe. Aunque no lo consiga, no lo abandona y lo perturba constantemente con sus susurros.
La mente piensa con palabras, pero el corazón actúa sin ellas. Uno no ama una flor o un aroma hermoso “con palabras”; lo hace sin palabras. Sin embargo, cuando quiere expresar ese amor, transmitirlo a otros, entonces las palabras entran en juego.
He aquí que el diablo se apodera de ese corazón humano que ama, teme y cree sin palabras, y le habla sin palabras, le susurra ciertas insinuaciones. A estos susurros del diablo se les llama susurros diabólicos.
“Así como se observa la existencia de espíritus malignos corporales que actúan como demonios en los humanos, también existe la certeza de la existencia de espíritus malignos incorpóreos, provenientes de los genios.”
(Bediüzzaman, Destellos)
Una persona que intenta inculcar ideas erróneas a su interlocutor, lo mira a los ojos mientras habla, intentando penetrar en su alma a través de la ventana de sus ojos, intentando sugerirle algo. Si imaginariamente elimináramos los cuerpos de estas dos personas, aparecerían dos almas separadas. Una de ellas intenta engañar a la otra. Es una situación similar a la que hace el diablo.
De aquellos que recién comienzan a orar,
“Cada vez que me pongo a rezar, me vienen malos pensamientos, y cuando termino de rezar, desaparecen.”
Llegan quejas de todo tipo. Quienes se dejan llevar por esta obsesión, deben escuchar la siguiente lección de verdad y no desesperar:
“Esas palabras feas no son palabras de tu corazón. Porque tu corazón está afectado y dolido por ellas.”
(Bediüzzaman, Los Discursos)
Según esto,
El hecho de que una persona se entristezca por las malas palabras que le llegan al corazón demuestra que esas malas palabras no le pertenecen. Si abandona la oración y va, por ejemplo, a un casino, verá que esas malas palabras cesan. Esto significa que el dueño de esas palabras es alguien enemigo de la oración y amigo del juego. Esto no puede ser el corazón de un creyente que ora, sino solo el diablo.
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