¿Se puede regalar a otra persona viva el mérito de una buena acción y el beneficio que de ella se obtenga? ¿O a una persona fallecida?






Respuesta

Nuestro estimado hermano/hermana,

Se pueden realizar obras de caridad en nombre de una persona fallecida o viva. En particular, las tumbas de madres, padres, otros familiares y amigos son visitadas con el propósito de orar a Dios y pedir perdón por sus almas. Está comprobado, mediante hadices auténticos y el consenso de la comunidad musulmana (ijma), que la recompensa de las obras de caridad realizadas en nombre de los difuntos llega a ellos. Al visitar a los difuntos, se ora a Dios por sus almas, se recita el Corán y se les concede la recompensa de las buenas acciones realizadas.

El siguiente versículo coránico también indica que la oración y el arrepentimiento son beneficiosos para las almas de los difuntos:


“¡Oh, Señor nuestro! Perdónanos a nosotros y a nuestros hermanos que nos precedieron en la fe, y no pongas en nuestros corazones rencor hacia los creyentes.”

(Al-Hashr, 59:10).

Existen muchos hadices que tratan sobre este tema.

(Ahmad ibn Hanbal, Musnad, II/509; VI/252; Ibn Majah, Adab)



– ¿Se puede recitar el Corán para un difunto?

El Corán no tiene una sola faceta. Como dijo Bediüzzaman, el Corán…


“Es un libro sagrado único y completo que abarca muchos libros: un libro de leyes, un libro de oraciones, un libro de alabanzas, un libro de reflexiones, y que satisface todas las necesidades espirituales del ser humano.”

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Es decir, el Sagrado Corán regula nuestras vidas. Nos muestra nuestras responsabilidades ante Dios, nos enseña el propósito de nuestra existencia en este mundo, qué debemos hacer, cómo debemos adorar y explica la sabiduría y la esencia de todas las cosas. En resumen, el Corán es un libro de recuerdo, reflexión, oración e invitación.

El alcance del Corán no se limita al mundo terrenal. La bendición que infunde en las almas creyentes no termina con la vida, sino que continúa en el mundo de la tumba, donde también alegra nuestras almas y se convierte en luz y resplandor en nuestro sepulcro.

Nuestro Profeta (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) nos aconseja sobre qué versículos del Corán debemos recitar para el alma de nuestros difuntos:


“Yasin es el corazón del Corán. Si alguien lo lee y pide a Dios la felicidad en el más allá, Dios lo perdonará. Recitad Yasin sobre vuestros difuntos.”

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Este hadiz indica que la sura Yasin puede recitarse tanto para un enfermo en su lecho de muerte como para ser ofrecida como súplica por las almas de los creyentes fallecidos. El siguiente hadiz, narrado por Abu Bakr (que Dios esté complacido con él), aclara aún más este asunto:


“Quien visite la tumba de su padre o de su madre, o de uno de ellos, un viernes y recite allí la sura Yasin, Dios perdonará al difunto.”

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Los eruditos islámicos recomiendan que, tras la recitación del Corán por el alma del difunto, se realice una súplica para que se le conceda la misericordia divina; los Sahabas también lo hacían de esta manera. Una narración del Imam Bayhaqi relata que Abdullah ibn Umar recomendaba la recitación de la Sura Al-Baqara por el alma de los difuntos.⁴

Aprendamos también, a través de una cita de Bediuzzaman, cómo una Fatiha o un Yasin recitado llega a las almas de todos los difuntos por igual, sin disminuir en lo más mínimo:


“Así como el Creador Sabio ha hecho del elemento aire un campo y un medio para la difusión y multiplicación de las palabras como relámpagos, y así como, mediante la radio, el llamado a la oración islámica (adhan) pronunciado en un minarete llega simultáneamente a todos los lugares y a todas las personas; así también, para que una Fatiha recitada llegue simultáneamente a los difuntos de todos los creyentes, ha desplegado y esparcido en el mundo espiritual, en el aire espiritual, innumerables electricidades espirituales y radios espirituales con su poder ilimitado y su sabiduría infinita; las emplea y las hace funcionar en los teléfonos inalámbricos naturales.”


“Así como una lámpara encendida se refleja en miles de espejos, cada uno mostrando una lámpara completa, del mismo modo, si se recita el Yâsin-i Şerif y se ofrece como regalo a millones de almas, cada una recibe un Yâsin-i Şerif completo.”

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Nuestros seres queridos que ya están en sus tumbas esperan constantemente nuestra ayuda. Saben que una oración, una Fatiha, una súplica sincera les permitirá respirar. Porque la tumba está llena de condiciones tan difíciles que incluso la más pequeña ayuda espiritual refrescará su alma. En un hadiz, nuestro Profeta dice:


“El difunto es como alguien que se ahoga en su tumba y pide auxilio. Espera la oración que le llegará de su padre, hermano o amigo. Cuando finalmente la oración le llega, su recompensa es más valiosa que el mundo y todo lo que hay en él. Ciertamente, el regalo de los vivos para los muertos es la oración y la súplica de perdón.”

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Fuentes:


1. Palabras, p. 340.

2. Musnad, V/26.

3.

Ibn Adiy, 1/286; Abu Nuaym, Ahbâr el-Asbahân, 2/344-345; Ali el-Müttakî, Kenzü’l-ummâl, 1981, byy., 16/468. Aunque algunos eruditos critican la cadena de transmisión de esta narración, Suyuti señala que existen testigos del hadiz y cita algunos ejemplos de narraciones similares. (véase Suyûtî, el-Leali, Beirut, 1996, 2/365)


4. Bayhaqi, IV/56.

5. Los Rayos, p. 576.

6. Mishkat al-Masabih, I/723.


(véase Mehmed PAKSU, La muerte y el más allá)


Saludos y oraciones…

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