Nuestro estimado hermano/hermana,
Abu Sallam narra de uno de los compañeros del Profeta:
“Asaltamos un barrio de Cuhayna. Un musulmán pidió a uno de ellos (para un combate singular). Cuando llegó un guerrero, inmediatamente lo atacó con su espada. Pero cometió un error y la espada le hirió a él mismo. El Mensajero de Alá (que la paz y las bendiciones de Alá sean con él) dijo:”
“¡Oh, musulmanes, ayudad a vuestro hermano!”
gritó. La gente corrió hacia él. Pero ya estaba muerto.El Profeta (que la paz y las bendiciones de Alá sean con él) lo envolvió con su ropa y su sangre, oró por él y lo enterró.
“¡Oh, Mensajero de Alá, ¿es este un mártir?”
preguntaron.
“Sí, él es un mártir y yo soy testigo de ello.”
respondió.” [Abu Dawud, 40, (2539)]
El día del Juicio Final, el mártir resucitará con la misma apariencia que tenía en el momento de beber el brebaje del martirio, es decir, con la sangre fluyendo fresca y roja de sus heridas y sus ropas manchadas de sangre, como señal de su muerte como mártir. Porque el martirio en el camino de Dios es el más alto rango y honor después de la profecía en el día del Juicio Final. Por lo tanto, la mancha de sangre, que es el emblema y la insignia de este alto rango, es como una medalla de gran honor.
(Prof. Dr. İbrahim Canan, Los Seis Libros de Hadices)
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