¿Proteger los bienes, la vida y el honor propio se considera legítima defensa?
Nuestro estimado hermano/hermana,
No puede quitarle la vida a alguien alegando que merece la muerte. Si lo hace, se convierte en asesino y merece la pena de muerte. En este mundo y en el más allá, será tratado como un asesino. Asumirá los derechos y pecados de la persona que mató, y además pagará sufriendo su castigo.
Sin embargo, existen ciertas circunstancias imperiosas en las que la necesidad justifica y legitima la resistencia mostrada, incluso eximiendo al asesino de la culpa por homicidio.
Si alguien actúa con la intención de matar a otra persona, y esta última, a pesar de recurrir a todos los medios posibles para salvar su vida, no puede evitarlo y se ve obligada a matar a su agresor, no procede ni la ley del talión (ojo por ojo, diente por diente) ni el pago de una indemnización (precio de sangre).
Porque la víctima había actuado para matarlo, no quedaba otra alternativa para disuadirlo de su acción, surgió la necesidad. Sin embargo, si era posible llamar a gente de los alrededores con algún recurso como gritar y así asustar y disuadir al agresor, y se recurrió al acto de matar sin hacerlo, el caso deja de ser defensa propia y se convierte en asesinato.
Si un hombre, al defender su tienda, su casa o cualquier lugar donde guarde sus bienes, se enfrenta a un asaltante que intenta robarle por la fuerza y se produce un enfrentamiento armado en el que el propietario mata al asaltante que intentaba apoderarse de sus bienes, esto se considera legítima defensa. El propietario que mata no se convierte en asesino, sino que ha ejercido su derecho a la legítima defensa de sus bienes. No se requiere ni venganza ni compensación. La sangre del asaltante muerto se considera derramada en vano.
Si alguien se enfrenta a un agresor que intenta violar su honor en su casa o en cualquier otro lugar, y al defender su honor mata al agresor, no se le aplicará la ley del talión ni se le exigirá una compensación económica. Esto se considera legítima defensa, ya que no le quedaba otra opción que matar al agresor para defender su honor.
Si al defenderse tuviera que matar al agresor, no sería un asesino, y si muriera, sería un mártir. De hecho, la medida de esto se especifica en el Sagrado Corán de la siguiente manera:
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De la misma manera, el Profeta Mahoma:
al hacerlo, promovió la legítima defensa de la manera más concisa y completa.
La parte de la legítima defensa que llega al homicidio, en el derecho islámico, solo puede darse si se cree que no hay absolutamente ninguna otra alternativa que matar. De lo contrario, no solo no se librará de la responsabilidad en este mundo, sino que también sufrirá un gran castigo en el más allá.
Saludos y oraciones…
El Islam a través de preguntas.
