Nuestro estimado hermano/hermana,
La primera acepción que viene a la mente al oír la palabra es la de “escuchar” en el diccionario. Como término, se refiere al éxtasis y al movimiento que se experimenta al escuchar melodías musicales, hasta el punto de perder el control y girar.
Simbólicamente, representa la formación del universo, la resurrección del ser humano en el mundo, el movimiento impulsado por el amor al Supremo Creador y la comprensión y orientación hacia la servidumbre a Él.
En el Mevlevismo no se utiliza el término “girar”. Los Mevlevíes realizan el sema. Cada orden tiene sus propias prácticas específicas durante el dhikr (recuerdo de Dios). El sema es la práctica específica del Mevlevismo.
Mientras realiza el sema, recita en cada giro. Y recuerda a Dios en éxtasis, reflexionando sobre el significado de cada saludo. Lo importante no es girar inconscientemente, sino pensar en Dios mientras se realiza el sema. De esta manera, se gana el amor de Dios.
La ceremonia de sema, llamada Mukabele, en el Mevlevî Dergâhı, en las salas de sema, simboliza los grados del camino hacia la Perfección Absoluta y la Unión con Dios. Se realiza con procedimientos y reglas establecidas hasta en los más mínimos detalles.
En las salas de sema, frente al mutrib (conjunto de músicos que incluye a los intérpretes de ney, kudüm, los cantores de himnos y los recitadores de naat), que ocupan sus lugares según su jerarquía, se encuentra el espacio para la sema, y justo enfrente, el puesto del jeque. Se denomina línea imaginaria a la que se extiende desde el extremo del puesto hasta el centro de la entrada de la sala de sema. Esta es la vía más corta para alcanzar la verdad, para llegar a la Unidad. Esta línea nunca debe ser pisada.
El jeque, por su parte, es el representante del conocimiento divino y de la verdad de Mahoma, que encarna todas las cualidades divinas y representa a Mevlana en su puesto. Es el mayor rango espiritual y es de color rojo.
Una vez que los semazenes y el jeque se sientan en sus lugares, la ceremonia comienza con la lectura del Na’at-ı Şerif por Naathan. El Na’at, compuesto por Itri, comienza con una sentida alabanza a Mevlana y al Profeta (que la paz sea con él). Luego sigue un solo de ney, que expresa la nostalgia por su hogar original, el cañaveral. El ney es el símbolo del hombre perfecto y, con su sonido melancólico y apasionado, anhela la unión con Dios. Después comienza el Devr-i Veledi, llamado así por Sultan Veled. Esta ceremonia, que consta de tres giros en el centro del semahane, con el jeque, los miembros del dergah y los semazenes, al ritmo de la música y según el protocolo establecido, confirma la manifestación de la perfección de la existencia absoluta a través del encuentro mutuo, es decir, el saludo o la contemplación cara a cara.
Los derviches giran sobre sí mismos y recorren la plaza, como los astros, los planetas, las estrellas y la Tierra giran sobre sí mismos y alrededor del Sol por su atracción gravitatoria… una rotación universal ante la presencia de Dios, el Sol de todos los mundos.
En esencia, el sema es un medio de éxtasis que conduce a la verdadera existencia, una embriaguez del alma de quien se entrega a él. En palabras de nuestro Mevlana:
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