Dedicado a ʿAbd al-Qādir al-Jīlānī y Bediüzzaman Said Nursi; un servicio de conocimiento más allá de los idiomas y las fronteras, preparado para los corazones en busca de la verdad.
Nuestro estimado hermano/hermana,
Dejemos claro que hay cientos de miles de eruditos islámicos que conocen el Islam mejor que Yunus Emre.
En el Islam, no se presta atención a las palabras de nadie que contradiga el Corán y la Sunna. Cuando el Corán habla, todos deben callar.
Yunus Emre fue un santo que practicó la devoción religiosa más que sus contemporáneos a lo largo de su vida. Nunca abandonó la oración ni el ayuno.
Se sabe que muchas poesías que no pertenecen a Yunus Emre le fueron atribuidas con el tiempo. Esta poesía podría ser una de ellas. Un Bektashi pudo haberla escrito y atribuírsela a él.
Las palabras de los sufíes giran en torno a la metáfora, la comparación y la alegoría. Por lo tanto, este poema podría tener un significado que desconocemos. Sin embargo, la explicación de este poema es la siguiente:
Es decir, mientras el individuo no elimine las señales que alimentan el orgullo de su ego interno, no podrá alcanzar una personalidad verdaderamente ascética. Mientras no se libere de esa soberbia y orgullo, no podrá adquirir una personalidad ascética.
Es decir, el ser humano, por su propia capacidad, se encuentra en la misma posición que los demás; su fe no es fruto de su propia habilidad, ya que muchos incrédulos son más inteligentes y astutos que él. Además, siempre existe la posibilidad de que, influenciado por el diablo y sus propias pasiones, caiga en la incredulidad. Por lo tanto, a menos que considere su fe como un favor de Dios, no puede ser un verdadero musulmán/alguien verdaderamente sometido a Dios.
Si no hubiera necesidad de obedecer los mandatos y prohibiciones de Dios, el Profeta Muhammad (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él), cuyo corazón era más puro que el de los ángeles, y el Imam Ali (que Dios esté complacido con él), tendrían el derecho de abandonar la adoración antes que nadie. El hecho de que estos dos corazones, poseedores de una pureza interior incomparable, hayan servido a Dios más que nadie durante toda su vida, dentro del marco de los mandatos explícitos del Corán, demuestra que la afirmación contraria conlleva una gran responsabilidad y un grave pecado.
Finalmente, queremos deleitar nuestros oídos con este poema del poeta:
Que Dios nos proteja de toda clase de falsas creencias que nos puedan avergonzar y humillar en el Día del Juicio Final. ¡AMÉN!
Saludos y oraciones…
El Islam a través de preguntas.