Nuestro estimado hermano/hermana,
En nuestra vida diaria, de vez en cuando,
“Fulano tiene el corazón roto”
o bien,
“Fulano se sometió a una cirugía cardíaca”.
Decimos cosas como esas. En estas conversaciones, usamos la palabra corazón con dos significados distintos. Uno es material, el otro espiritual. En otras palabras, uno es externo, el otro interno…
Se han ofrecido diversas explicaciones para el hecho de que ambos sean recordados con el mismo nombre. Según una de ellas, la primera conexión del alma humana con el cuerpo comienza en el corazón. Según otra, el nombre dado al corazón es una metáfora:
“Así como el corazón físico desempeña un papel fundamental en el cuerpo, el corazón espiritual tiene una función igualmente importante en la vida espiritual del ser humano.”
Algunos autores también han utilizado la palabra “corazón” en el sentido de “alma”.
Corazón material,
Un maravilloso aparato que lleva sangre a cada parte del cuerpo y bombea un promedio de cinco kilos de sangre por minuto. Este corazón necesita de todo un universo. En la fábrica del universo se producirá sangre para que el corazón la bombee a cada rincón del cuerpo. Un poder que filtra al ser humano del universo y transforma los alimentos en carne, hueso, sangre y médula en la fábrica humana, es el que hace funcionar ese corazón y envía esa sangre a cada rincón del cuerpo.
Sí, el corazón, en su aspecto externo, necesita de todo el universo.
Y el corazón, en este estado, es un espejo del nombre de Dios, Samed (El Autosuficiente). La necesidad del corazón material hacia el universo y sus elementos, solo la satisface Dios, quien ve la necesidad de todo necesitado y no necesita de nada, mediante la manifestación de su nombre Samed… En este aspecto, el corazón no es muy diferente de un árbol o una flor. Ellos también necesitan de todo en el universo. Ellos también reflejan el nombre Samed al ver satisfechas sus necesidades.
En cuanto al interior del corazón, es el verdadero espejo de la eternidad…
“El interior del corazón es el espejo de la eternidad.”
Esta verdad:
“…Los corazones sólo encuentran sosiego en el recuerdo de Dios.”
(Ar-Ra’d, 13:28)
El versículo sagrado nos enseña.
Cada órgano del cuerpo tiene su propia forma de satisfacción. El ojo se satisface viendo, el oído oyendo. La lengua se satisface con el gusto, el estómago con la comida. Y la mayor necesidad del corazón es la fe.
¿De quién soy criatura? ¿De quién es propiedad este mundo? ¿De quién soy huésped en esta vida? ¿Adónde iré después? ¿Qué quiere de mí quien me ha recibido como huésped?
He aquí que el corazón, en su interior, se satisface con las respuestas a estas preguntas. Si su anhelo es el conocimiento de Dios (marifetullah), entonces, sin duda, será el mayor espejo de la Eternidad. Las demás criaturas necesitan la materia de este universo; él, en cambio, necesita conocer, comprender, creer y obedecer al Dueño de este mundo.
En las personas que no comprenden esto y descuidan el alimento de sus corazones, como castigo inmediato por este descuido, enfermedades como la inquietud, la angustia, la insatisfacción, el miedo y la ansiedad envuelven inmediatamente el corazón.
El hambre del estómago no la sacia la belleza del vestido ni la calidad de la camisa; solo el alimento puede hacerlo. Del mismo modo, ningún rango, ningún cargo social, ningún favor humano ni ningún objetivo terrenal pueden llenar el vacío del corazón.
El Señor del corazón nos informa que solo puede ser satisfecho mediante el recuerdo (de Dios).
– ¿Qué es el zikr?
Recordar literalmente.
Cada suceso, cada señal, cada obra científica que recuerda a Dios es un medio de recuerdo. El corazón, una fábrica, un palacio, una casa de huéspedes, solo se satisface al saber que este magnífico universo existe únicamente por el mandato y la voluntad de Dios.
Si el cuerpo es la morada del alma, el universo es su ciudad. El corazón ama tanto esta morada como esa ciudad. Reconoce ambas como propiedad de Dios. Al creer que Sus atributos sagrados abarcan todas las cosas, vive tranquilo tanto en su cuerpo como en el universo. Abandona ambos con paz, pues sabe muy bien que ninguno de los dos le pertenece. Así, trasciende ambos y se refugia en su verdadero Dueño. Le pide lo que desea. No se conmueve ante ningún suceso, no teme a ninguna calamidad. Sabe muy bien que el poder y la voluntad absolutos pertenecen únicamente a Dios. Sin Su permiso, ni una hormiga puede dar un paso, ni el aire puede temblar, ni la sangre puede circular, ni el sol puede emitir luz.
Así es como el corazón se satisface con esta fe y este conocimiento.
Ni el color, ni la belleza, ni el aroma, ni el sabor de una fruta que comemos llegan al corazón. Y el corazón no se satisface con ninguno de ellos. Pero si el hombre se maravilla de ese color, siente gratitud por ese don, se deleita con ese sabor, entonces esos significados se instalan en el corazón. Si esta admiración trae consigo la gratitud, significa que el corazón ha comenzado a recibir su alimento.
Corazón,
Se nutre de la esencia de este universo y se interesa por su significado.
Su trabajo no es con este mundo, sino con los nombres divinos que se manifiestan en él. Mientras el ojo mira la manzana, el corazón contempla los nombres de Dios que se manifiestan en ella, y solo con esa contemplación se satisface.
Saludos y oraciones…
El Islam a través de preguntas.