Dedicado a ʿAbd al-Qādir al-Jīlānī y Bediüzzaman Said Nursi; un servicio de conocimiento más allá de los idiomas y las fronteras, preparado para los corazones en busca de la verdad.
– ¿A qué hay que prestar atención?
Nuestro estimado hermano/hermana,
La orientación debe adaptarse a la situación de cada persona.
En este sentido, al transmitir el mensaje, no debemos limitarnos a ciertos patrones fijos, sino que nuestra comunicación debe adaptarse a la situación del receptor.
1. Es necesario determinar la naturaleza de la incredulidad del interlocutor; si se refiere a la totalidad o a algunos de sus elementos constitutivos, para que…
Se debe dar la importancia debida al asunto que requiere una investigación exhaustiva. Mientras tanto, no se debe perder el tiempo lidiando con alguien que esté ciegamente obsesionado o que sea frívolo.
2.
El nivel cultural del interlocutor,
Es muy importante conocer su horizonte social y hablarle en un lenguaje que pueda entender.
Intentar explicar algo a alguien con un alto nivel cultural, por parte de alguien con menos conocimientos, suele ser recibido con una reacción adversa. Especialmente hoy en día, es imposible hacer entender algo a personas con un ego muy desarrollado, y menos aún si creen saber algo. A estas personas, hay que explicarles lo necesario de manera que sientan que se les habla desde su mismo nivel y sin que perciban que se les está tratando como inferiores, para que el mensaje sea efectivo.
También es muy importante usar un lenguaje que el interlocutor pueda entender.
Hoy en día, las deficiencias en el pensamiento han afectado tanto a nuestro idioma que resulta casi imposible afirmar que las generaciones que viven dentro de las mismas fronteras nacionales hablan el mismo idioma. Ciertamente, se podría pensar que la prensa escrita y la televisión, como elementos unificadores, podrían hacer algo positivo en cuanto a un solo idioma y un solo estilo. Sin embargo, debido a que diferentes grupos, cautivados por diversas ideologías, tienen sus propios libros, periódicos y revistas, las pobres generaciones no pueden escapar de vivir como facciones encerradas en sí mismas. Terminologías y metodologías separadas crean abismos insalvables entre las generaciones.
Por lo tanto, es fundamental determinar con precisión el grado de familiaridad que tiene la persona a la que se pretende explicar algo con las palabras y el método de explicación que se utilizarán. De lo contrario, se asemejará a una conversación entre dos extraños que no se conocen, llena de confusión, y no creemos que sea muy útil. Se debe prestar especial atención a que la terminología y el pensamiento que iluminen el propósito y el objetivo sean extraordinariamente claros.
3.
Lo que vamos a contar, es algo que ya se conoce de sobra.
Incluso es imprescindible preparar respuestas convincentes a las posibles preguntas que puedan surgir sobre los temas que vamos a presentar.
4.
En la exposición, no se debe recurrir en absoluto a la dialéctica ni a la refutación.
Este método, que en el individuo estimula el egoísmo, es a la vez ineficaz. La difusión y el desarrollo de las luces de la fe en el corazón dependen de una estrecha relación con Aquel que crea esa fe. Sin tener en cuenta Su complacencia y Su vigilancia, las discusiones pretenciosas y las disputas propias de los negligentes, aunque sirvan para refutar y silenciar al oponente, no se puede afirmar en absoluto que tengan efecto. Mucho menos si se sabe de antemano que se va a abrir un terreno para tal discusión y debate, y se llega allí preparado y con alta tensión… Estos, más que debatidores, se sientan con rencor como enemigos y se separan con ira. Al levantarse, en sus corazones no convencidos, se levantan con la idea de buscar respuestas a lo que se les ha intentado explicar. Lo demás ya se sabe… Recurrirán a sus amigos, consultarán libros y buscarán por mil caminos las respuestas a lo que hemos intentado explicarles. Esto, sin embargo, los llevará un paso más allá en la incredulidad, lo que provocará una situación contraria a lo que el guía pretendía lograr.
5.
Al narrar, se debe apelar al corazón del oyente.
Cada frase debe comenzar y terminar con sinceridad y afecto. Cualquier aspereza (rudeza, dureza) hacia nuestro interlocutor o sus ideas, no solo debilitará el impacto de lo que digamos, sino que también lo ofenderá.
El guía espiritual, como un médico compasivo decidido a curar a su paciente, se inclina hacia él, lo escucha y vive en su conciencia sus sufrimientos espirituales; es un verdadero apóstol y un hombre de verdad. Si la voz y la palabra, dentro de esta comprensión, se musicalizan y fluyen con una dulce melodía hacia el corazón del otro, podemos estar seguros de haberlo conquistado.
Incluso debemos prestar atención a las expresiones faciales y los gestos de nuestro interlocutor y reajustarnos constantemente. De esta manera, evitamos repetir cosas que lo aburran o lo cansen.
Aquí, tampoco debe olvidarse lo siguiente:
Cuando nuestro interlocutor se despida, se llevará consigo la sinceridad que emanaba de nuestros gestos, nuestras miradas sonrientes y la devoción y la fe que fluían de todo nuestro ser, y nunca lo olvidará. Si a esto añadimos el deseo de un segundo encuentro, habremos descrito gran parte de lo que hay que describir.
6.
No se deben criticar las ideas erróneas, las declaraciones inexactas o el orgullo del interlocutor de manera hiriente.
Sobre todo, nunca se debe recurrir a cosas que lo humillen delante de los demás. Si el propósito es sembrar algo en su corazón, si es necesario, nuestro honor debe ser pisoteado y nuestro orgullo quebrantado. Además, es absolutamente imposible hacerle aceptar algo tocando su “punto débil”. Por el contrario, cada vez que lo molestemos, lo alejaremos de nosotros y de nuestra idea.
7.
A veces, presentar a un incrédulo a amigos con una fe sólida, un corazón iluminado y un comportamiento ejemplar puede ser más efectivo que mil consejos.
Sin embargo, este camino no es adecuado para todos los incrédulos. Por lo tanto, el guía debe conocer más o menos a su discípulo y aplicar un método acorde a él.
8. Por el contrario, nunca se le debe permitir relacionarse con personas frívolas en su comportamiento, inconsistentes en sus pensamientos, y con poca devoción y paz interior hacia el Ser Supremo.
Sobre todo, se le debe impedir terminantemente que conozca y entre en contacto con personas que, aunque se hacen pasar por piadosas y eruditas, carecen de fervor religioso y tienen sentimientos y pensamientos confusos.
9.
Se le debe escuchar de vez en cuando y darle la oportunidad de hablar.
Considerando que también es un ser humano, debe ser venerado y sus ideas deben ser tratadas con tolerancia.
La profundidad de la fe de un individuo lo madura y lo hace virtuoso en la medida en que se centra en sí mismo. En cambio, hacia el exterior y, especialmente, hacia quienes no saben, no sirve para nada más que para generar rechazo y odio.
En verdad, escuchar ideas falsas hiere el alma y corrompe los pensamientos puros. Sin embargo, si soportar tal afrenta sirve para ganar un corazón, debemos apretar los dientes y tener paciencia.
O si, por el contrario, le negamos el derecho a pensar y a expresarse, y siempre mantenemos el control de la narrativa, aunque la sala se llene hasta rebosar de nuestras palabras, nada penetrará en la mente del oyente. Hay muchos que se han vuelto desagradables en este sentido; como quien intenta sacar agua con un cubo agujereado, a pesar de sus esfuerzos titánicos, no han logrado inculcar una sola lección de rectitud a nadie.
¡Ay de aquellos enfermos de verborrea que carecen de la cortesía de escuchar a los demás!
10.
En lo que se cuenta, es útil expresar que quien lo cuenta no está solo, y que muchas personas han pensado de la misma manera desde la antigüedad.
Incluso hoy en día, es necesario destacar que muchos pensadores tienen una fe sólida, a pesar de que haya uno o dos que no crean. Y esto debe explicarse no solo con afirmaciones abstractas, sino con ejemplos concretos.
11.
En este contexto,
Lo primero que queremos decir, sin duda alguna, es que la “Palabra de la Unicidad” debe tener dos pilares.
Sin embargo, si se percibe que ha alcanzado la convicción y la aceptación sincera, ya sea por sus logros previos o por lo que se le ha dado en ese momento, se puede pasar a otros asuntos.
Se debe evitar absolutamente la exposición de temas que puedan ser criticados por los incrédulos, a menos que su fe esté firmemente arraigada.
En conclusión, podemos decir que,
una vez determinada la situación de la persona, lo que debe ser narrado en primer lugar, dentro del procedimiento mencionado, es lo siguiente:
Los pilares de la fe y la oración.
debería ser así. En estos casos, una vez que el corazón ha encontrado la paz, surge la posibilidad y la oportunidad de abordar otros asuntos. Por el contrario, como ocurre en la actualidad,
“Carne para el caballo, hierba para el perro”
Habrá presentaciones erróneas, como la de un camarero que no sabe servir o que sirve los postres al principio de la comida, y aunque nos guste mucho esa presentación, tendrá un gran impacto negativo en la otra parte.
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Saludos y oraciones…
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