¿Cómo debemos interpretar la propuesta de Sa’d ibn Rabi’ de divorciarse de su esposa para que se casara con Abdurrahman ibn Awf?

Detalle de la pregunta

Respuesta

Nuestro estimado hermano/hermana,

Según lo relatado por Ahmad ibn Hanbal y otros, el suceso ocurrió de la siguiente manera:

Cuando el Profeta estableció el pacto de hermandad entre ellos, hizo hermanos a un medinense y a un mecano. Entonces Sa’d ibn Rabi’ le dijo a su hermano:

dijo. Abdurrahman b. Avuf, por su parte,

dijo. Y, en efecto, en poco tiempo se convirtió en uno de los comerciantes y ricos más importantes de Medina.

Desde una perspectiva puramente humana, la dificultad del tema es evidente. Sin embargo, al considerar sus diferentes aspectos, se puede comprender mejor. A continuación, lo explicaremos en varios puntos:

Que una mujer divorciada sea tomada por otro hombre es algo frecuente en la sociedad humana. Desde una perspectiva racional, y no emocional, tal matrimonio no tiene nada de deshonroso.

En cuanto a la cuestión de proponer esto desde el principio, puede evaluarse en términos de la importancia de los ideales.

El ideal de Sa’d era mostrar la mayor generosidad posible hacia quien el Profeta había considerado su hermano. Deseaba elegir el camino que le granjeara la complacencia de Dios y del Profeta. Esto implicaba compartir sus bienes, incluso sus esposas, a partes iguales. Por supuesto, sentía celos hacia sus esposas. Sin embargo, un ideal que agradara a Dios y al Profeta tenía prioridad sobre cualquier impulso emocional. Lo importante era complacer a su Señor y a su Profeta; el resto era solo un impulso emocional.

Es un hecho que la bondad o maldad de algo depende de su valor ante Dios. Toda acción lícita ante Dios adquiere valor según la medida del sacrificio que implica. Una mujer puede volver a casarse después del divorcio, y casarse con cualquier hombre es lícito según la ley divina. El sacrificio realizado en este camino legítimo tiene un valor añadido. Por lo tanto, la propuesta de Sa’d ibn Rabi’ es una acción de gran valor ante Dios. Porque, aunque según las costumbres humanas sea una acción difícil, al ser una acción que prioriza la voluntad de Dios, tiene un valor inmenso en la evaluación divina.

El matrimonio del Profeta (que la paz y las bendiciones de Dios sean con él) con la esposa divorciada de Zayd, su esclavo liberto, es un asunto más grave, según las costumbres de la gente, que la conducta de Sa’d. Sin embargo, el mandato de Dios está por encima de todo. Quién sabe, quizás Sa’d también consideró esta propuesta como un acto de generosidad, propio de la hermandad establecida, y tácitamente como un mandato divino.


Saludos y oraciones…

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